Ivana had worked hard on the scent of his consecration: The Golden Elixi. She had accomplished a lot of tests with different materials and ingredients. She had read books on ancient alchemists who claimed to possess the magic formula of this precious treasure. Finally she had terminated their work. Now the bottle could look proud stylish glass containing his most intimate secret.
Ivana remembered the first time he visited the Castle of the Impossible Fragrances. "It does not smell anything!" She had said to Fideas surprised when she approached his nose into the bottle of Golden Elixir. She also remembered, that Fideas, laughing, had assured: "There are odorant molecules that are only perceived by some elected ! You have much to learn, funny girl! "
Ivana had unraveled the mystery. Gently took the bottle of glass and inhaled deeply liquid jewel glittered with golden flashes of the rising sun. Blueyes, watched the girl carefully. He winked and asked nice. "Well, tell me baby girl, what smells?" Ivana looked at him and said: Just do not smell anything! "
The girl laughed as a crazy and the cat began to jump and dance around. Blueyes finally said, "Ivana, I think we have enough fun, but tell me, where's the catch?" The dreamer found the Seven Moons askance and said: "It's so simple, Blueyes, which embarrassed to tell. The truth is that gold does not smell. Atoms aren´t able to activate sensory receptors. I learned all this in the fantastic classes Fideas gave me in the Garden of Fragrance Impossible Castle. You know they are not sufficiently volatile and therefore can not interact with protein receptors of smell. It's that simple. "
The cat was hallucinating, his eyes flashing sparks emitted now a high-intensity blue light.
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Ivana había trabajado arduamente en el perfume de su consagración: El Elixir de Oro. Había consumado un montón de pruebas con distintos materiales e ingredientes. Había consultado libros de antiguos alquimistas que aseguraban poseer la fórmula mágica de tan preciado tesoro. Finalmente había dado por terminado su trabajo. Ahora podía contemplar orgullosa el frasquito de cristal estilizado que contenía su secreto más íntimo.
Ivana recordaba la primera vez que visitó el Castillo de las Fragancias Imposibles. “¡No huele a nada!”, le había dicho sorprendida a Fideas cuando había acercado su nariz al frasco del Elixir de Oro. Recordaba también que Fideas, riéndose, le había asegurado: “¡Hay moléculas odorantes que sólo son percibidas por algunos elegidos! ¡Tienes aún mucho que aprender, graciosa niña!”
Ivana había desentrañado el misterio. Cogió con cuidado el frasquito de cristal y aspiró profundamente la joya líquida que refulgía con los destellos dorados del sol naciente. Blueyes, observaba con atención a la muchacha. Hizo un guiño simpático y preguntó. “Bien, dime preciosa niña, ¿a qué huele?”
Ivana miró con aire docto al blanco felino y respondió: ¡A nada! ¡Sencillamente no huele a nada!”
La joven su puso a reír como una loca y el gato empezó a saltar y a danzar a su alrededor. Finalmente Blueyes dijo: “Ivana, creo que nos hemos divertido bastante, pero dime, ¿dónde está el truco?”
La soñadora observó las siete lunas de reojo y explicó: “Es tan sencillo, Blueyes, que da vergüenza contarlo. La verdad es que el oro no huele. Sus átomos nos son capaces de activar los receptores sensoriales. Aprendí todo esto en las fantásticas clases que Fideas me dio en el jardín del Castillo de las Fragancias Imposibles. Ya sabes no son suficientemente volátiles y por consiguiente no pueden interaccionar con las proteínas de los receptores del olfato. Así de sencillo.”
El gato estaba alucinando y sus ojos emitían ahora chispas intermitentes de una luz azul de gran intensidad.
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