Borges was tired, but seemed happy. I realized that the writer deliberately introducing philosophical elements in his stories was trying, perhaps, move to the realm of metaphysics rightful fictitious. Borges had fun hiding subliminal information into their creations, hoping that any discerning reader would be able to decipher it. Each new reading of Borges's work could appear on new meanings.
That was when I handed a copy of the Aleph Borges I had with me and asked if we wrote a dedication on it. Borges, after some hesitation, took the book in their hands and said in his special sense of humor: "I have spent many copies of my books would have more value than one that was not signed, but still ...." At that time Maria Kodama, at the end of the bar, took leave of his companion. Borges said quietly: "Tomorrow you can pick up the book at the front desk. In its pages you will find irrefutable proof of my story. "Borges was a lover of the cabal and that is why I thought that he bequeathed us a riddle, or something.
Then I happened to ask: "What would happen if this conversation was fictional, like the chapter of a book written by an unknown author, where Borges and illusory ourselves?" The idea of an apocryphal meeting smiled at Borges. The writer had used this literary device to transform arid sometimes delightful essays in narrative prose. Borges smiled again, this time almost imperceptibly, and waved gently as he whispered softly: "In my end is my beginning. So read the inscription inside the ring of Mary Stuart. "Then he began to move slowly away from the arm of Maria Kodama.
Outside the air was fresh and the night had cast its dark mantle. A few stars twinkled in the sky. It seemed that we were immersed for in unseen dimensions of the universe. The reality according to the reasoning Borges came to be a set of perceptions, emotions, dreams and surprises. The next day I went with my wife at the Hotel Princesa Sofia to collect your copy of Aleph Borges had promised us. The book never appeared. Forgot Borges our request? Is lost in the hotel lobby?
Over time, I have finally deciphered the words of Borges concerning the book disappeared. As I guessed at the time, I locked them a puzzle. The solution was simple: Borges's own work and in her womb containing all the keys to their elucidation. I have found in the Aleph worrying evidence of the astonishing revelation of Borges. The original quote in English of Shakespeare that heads this story I have not picked at random: the same that appears at the beginning of the story Borges. The invocation of Hamlet is like a prayer to God for someone chained to their destination. Perhaps it is a veiled reference to pious Gaudí, captive in their hermetic world of the Holy Family?
There are other paragraphs in the Aleph suggestive that reinforce my assumptions. The first one says: "Incredibly, I think there is, or was, another Aleph. I believe that the Aleph in Garay Street was a false Aleph. "Do these lines Borges trying to tell us that the original Aleph was that he saw in Barcelona? Finally transcribe literally the final paragraph of the story of Borges: "Is there such Aleph in the depths of the stone? Have I seen when I saw everything and I have forgotten? Our minds are porous to oblivion. I myself am distorting and losing, under the wearing of the years, the face of Beatrice. "Could it be that Aleph embedded in the stone which Borges illuminated in the Sagrada Familia? Does it represent metaphorically the Aleph that Borges referred to himself Gaudi temple?
Sometimes, in my melancholy nights, read the Aleph again for new traces. Always stumble with a new hue, with some unexpected interpretation. These findings help me in the unmeasured task of understanding the world. Sometimes, spontaneously, it is emerging new evidence that puzzles me and make up the universe as a place illusory. Impalpable spirits I sense in my vicinity and I feel the presence of Borges smiling mysteriously from the other side of reality.
PS: This story describes an encounter with Borges occurred in the spring of 1980 at the Hotel Princesa Sofia in Barcelona. In the story mixed with some imaginary facts. In Borges key, does fact and fiction is not the same thing?
Borges estaba fatigado, pero parecía feliz. Comprendí que el escritor, al introducir de manera deliberada elementos filosóficos en sus historias intentaba, quizás, trasladar la metafísica al ámbito ficticio que le correspondía. Borges se divertía escondiendo información subliminal en sus creaciones, esperando que algún lector perspicaz fuese capaz de descifrarla. En cada nueva lectura de la obra borgeana podrían aparecer nuevos significados.
Fue entonces cuando le entregué a Borges un ejemplar del Aleph que llevaba conmigo y le pedí que nos escribiera una dedicatoria en el mismo. Borges, tras unos instantes de duda, tomó el libro en sus manos y dijo con su especial sentido del humor: “He dedicado tantos ejemplares de mis libros que tendría más valor uno que no estuviese firmado, pero no obstante…”.
En aquellos momentos, María Kodama, en el fondo del bar, se despedía de su interlocutora. Borges nos dijo en voz baja: “Mañana podréis recoger el libro en la recepción del hotel. En sus páginas encontraréis pruebas irrefutables de mi historia”. Borges era un amante de la cábala y por este motivo pensé que nos legaba una adivinanza, o algo parecido.
Entonces se me ocurrió preguntarle: “¿Qué sucedería si esta conversación fuese ficticia, como el capítulo de un libro escrito por un autor desconocido, donde Borges y nosotros mismos fuéramos ilusorios?”
La idea de un encuentro apócrifo hizo sonreír a Borges. El escritor había utilizado este recurso literario en ocasiones para transformar áridos ensayos en deliciosa prosa narrativa. Borges sonrió de nuevo, esta vez casi imperceptiblemente, y se despidió con amabilidad mientras murmuraba en voz baja: “En mi fin está mi principio. Así rezaba la inscripción del interior del anillo de María Estuardo.” Luego comenzó a alejarse lentamente del brazo de María Kodama.
Afuera el aire era fresco y la noche ya había echado su manto oscuro. Algunas estrellas chispeaban en las alturas. Parecía que nos habíamos sumergido por unas horas en dimensiones invisibles del universo. La realidad según el razonamiento borgeano venía a ser un conjunto de percepciones, de emociones, de sueños y de sorpresas.
Al día siguiente fui con mi esposa al Hotel Princesa Sofía a recoger el ejemplar del Aleph que Borges nos había prometido. El libro nunca apareció. ¿Se olvidó Borges de nuestra petición? ¿Se extravió en la recepción del hotel?
Con el paso del tiempo, creo haber descifrado finalmente las palabras de Borges referentes al libro desaparecido. Como en su momento intuí, en sí mismas encerraban un enigma. La solución era sencilla: la propia obra borgeana contenía ya en sus entrañas todas las claves para su elucidación. He encontrado en el Aleph pruebas inquietantes de la inaudita revelación de Borges.
La cita original en inglés de Shakespeare que encabeza este relato no la he elegido al azar: es la misma que aparece al principio de la narración borgeana. La invocación de Hamlet es como una súplica a Dios de alguien encadenado a su destino. ¿Quizás es una referencia velada al piadoso Gaudí, cautivo en su hermético mundo de la Sagrada Familia?
Hay otros párrafos sugerentes en el Aleph que refuerzan mis suposiciones. El primero de ellos dice: “Por increíble que parezca, yo creo que hay, o hubo, otro Aleph. Yo creo que el Aleph de la calle Garay era un falso Aleph”. ¿Acaso en estas líneas Borges intenta decirnos que el Aleph original era que vio en Barcelona?
Finalmente transcribo de forma literal el párrafo final de la narración de Borges: “¿Existe ese Aleph en lo íntimo de la piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido. Yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz.” ¿Puede ser ese Aleph incrustado en la piedra el que iluminó a Borges en la Sagrada Familia? ¿Representa metafóricamente el Aleph al que alude Borges al propio templo gaudiniano?
A veces, en mis noches melancólicas releo el Aleph en busca de nuevos vestigios. Siempre tropiezo con un matiz nuevo, con alguna interpretación inesperada. Estos hallazgos me ayudan en la desmedida tarea de comprender el mundo. En ocasiones emergen de forma espontánea nuevos indicios que me desconciertan y configuran el universo como un lugar ilusorio. Intuyo espíritus impalpables en mi proximidad y creo sentir la presencia de Borges sonriendo misteriosamente desde el otro lado de la realidad.
P.D.: Esta narración describe el encuentro con Borges acaecido en la primavera de 1980 en el Hotel Princesa Sofía de Barcelona. En el relato se mezclan hechos reales con otros imaginarios. En clave borgeana, ¿acaso realidad y ficción no son la misma cosa?
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