Monday, 21 December 2009

WHITE SOLSTICE / SOLSTICIO BLANCO ( Lena V. Verona)


The winter solstice is a symbol of hope. Since ancient times the Roman and Celtic traditions commemorate the night that precedes Christmas return of the sun, and the days were longer. In Christian culture the celebration of light which is reborn commemorates the birth of Jesus son of Joseph and Mary, prophet and messiah for salvation.


This year the magic night I was surprised at my abandoned lighthouse. Normally the same reflector lamps are off, but today I managed to turn its light more vigorous will be a star in the prodigious night. Maybe it can help guide a sailor lost at sea ice.

Snowflakes falling and the cold and wind are intense. I am alone, with the only company of Sröhder, a sleek black cat that appears to arise from a story by Edgar Allan Poe. To this little cat I call him so because I never know whether or not it is, like the famous cat experiment Sröhdinger quantum. Although it also could have called Chesire, like the cat from Alice in Wonderland also appear and disappear, her smile faded gradually in the air.

I'm down to the beach covered with a thin white mantle. About the same I have sketched an outline of my face frozen with a piece of cane. Beneath the cracks in the drawing is black and wet sand, impregnated with gold highlights. The snow keeps falling and soon my impromptu portrait in the snow will disappear forever in the eternal night.

Returning to the lighthouse I heard "Silent Night". This traditional carol brings back memories of my native Prades, in the mountains of Tarragona, where I lived with emotion the arrival of fantastic beings like the trunk of magical tree called "Tio" or the Three Kings of Orient. Events were full of mystery and subtlety. One Christmas Eve, came to the house where he lived with my parents, a pair of wolves that under the overhead light of the moon, walked calmly along the old road leading to the snow nearby village. Over the years, the nostalgia is sweet and bitter at once.

Snow-white cotton balls are falling flatly on the sea, as fragile sugar. Everything is real and unreal on nights like this. I'll open a bottle of champagne and I´ll drink for a better world, leaving lead by a strange feeling that makes me see the reality around us as unknowable. The celebration of this unusual white solstice will be with my black cat and golden bubbles of happiness wine. From early extravagant idea turns me on the head: the desire to change the world.


As with the amazing song by Eric Clapton, it would be wonderful to catch a star, make it shine in my heart and show the truth of it. It's nice to think about that impossible utopia, born from our dreams, desires to be as brilliant and blinding light. As recite the verses of “Change the World”: "I would be the sunlight in your universe. And you'd think that my love is truly a wonderful thing, baby, if I could change the world"

I wish that the light of the houselight of reality to be bright this Christmas Eve with the charm and glamor of the old Lighthouse of Alexandria in its most splendid period, which was guide of lost sailors of losers with broken dreams and hopes of the skeptics.


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En el solsticio de invierno reverdece la esperanza. Desde épocas remotas las tradiciones romana y celta comemoraban durante la noche que antecede a la Navidad el regreso del sol, que daba paso a días más largos. En la cultura cristiana la celebración de la luz que renace rememora el nacimiento de Jesús, hijo de José y María, profeta y Mesías de salvación.


Este año la noche mágica me ha sorprendido en mi faro abandonado. Normalmente las lámparas reflectoras del mismo están apagadas, pero hoy me he propuesto encenderlas y su luz vigorosa será una estrella más en la noche prodigiosa. Tal vez pueda servir de guía a algún navegante perdido en la mar helada.

Caen copos de nieve y el frío y el viento son intensos. Estoy sola, con la única compañía de Sröhder, un gato negro y lustroso que parece surgido de un cuento de Edgar Allan Poe. A este pequeño felino le llamo así porque nunca sé si está o no está, como el célebre gato del experimento cuántico de Sröhdinger. Aunque también le podría haber llamado Chesire, como el gato de Alicia en el País de las Maravillas que además de aparecer y desaparecer, su sonrisa se desvanecía en el aire gradualmente.

He bajado a la playa cubierta de un tenue manto blanquecino. Sobre el mismo he esbozado una silueta de mi rostro helado con un trozo de caña. Por debajo de las hendiduras del dibujo aparece la arena negra y húmeda, impregnada de reflejos dorados. La nieve sigue cayendo y en breve mi improvisado retrato en la nieve desaparecerá para siempre en la noche eterna.

Al regresar al faro he escuchado “Noche de paz”. Este villancico tradicional me trae recuerdos de mi Prades natal, en la sierra tarraconense, donde de pequeña vivía con emoción la llegada de seres fantásticos como el troncó de árbol mágico llamado “Tió” o los Reyes Magos de Oriente. Eran acontecimientos cargados de misterio y sutilezas.

Una noche de Navidad, se acercaron hasta la casa donde vivía con mis padres, una pareja de lobos, que bajo la luz cenital de la luna, se paseaban tranquilamente por el viejo camino nevado que conduciá a la aldea próxima. Con el paso de los años la nostalgia se vuelve dulce y amarga a la vez.

Níveas bolas de algodón siguen cayendo cansinamente sobre el mar, donde se deshacen como azucarillos frágiles. Todo es real e irreal en noches como ésta. Voy a descorchar una botella de cava y brindaré con Sröhder por un mundo mejor, dejándome llevar por una extraña sensación que me hace ver la realidad que nos rodea como incognoscible.

Celebrearé mi insólito solsticio blanco con mi gato negro y las burbujas doradas del vino de la felicidad. Desde primera hora una idea extravagante me da vueltas por la cabeza: el deseo de cambiar el mundo.

Como en la asombrosa canción de Eric Clapton, sería maravilloso coger una estrella, hacerla brillar en mi corazón y mostrar la verdad del mismo. Es bonito pensar en esas utopías irrealizables, nacidas de nuestros sueños, como los deseos de ser luz brillante y cegadora.

Como rezan las estrofas de Change the World: “Quisiera ser la luz del sol en tu universo. Y tu creerías que que mi amor es en verdad algo maravilloso, mi niño, si yo pudiese cambiar el mundo”

Desearía que la luz del faro de la realidad alumbrara está noche de Navidad con el hechizo y el glamour del viejo Faro de Alejandría en su época más esplendorosa, en que era guía de navegantes perdidos, de perdedores con sueños rotos y esperanza de los escépticos.

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